Impresiones de Dragon Quest III HD-2D Remake para Nintendo Switch
Plaion y Square Enix nos invitan a jugar el remake HD-2D de Dragon Quest III en Nintendo Switch y te contamos nuestras impresiones.
Square Enix hizo un trabajo impecable creando el estilo artístico HD-2D que se ha utilizado desde los inicios de Nintendo Switch en juegos tan fantásticos como Octopath Traveler. En su intento por darle más salida, se fusiona el universo de Dragon Quest con el HD-2D para traer el remake de la tercera entrega. Gracias a Plaion y Square Enix, ya hemos podido probar esta renovadísima aventura JRPG con un amor impresionante por la obra original… y alguna que otra sorpresa muy agradable.
Del pixel al HD-2D
Hasta el momento, todos los juegos que han utilizado este particular estilo gráfico han sido proyectos nuevos, en su mayor parte, RPGs. Es por eso que creemos que su elección para traer de vuelta a la actualidad Dragon Quest III es brillante: no solo consigue mantener la esencia del juego original con sus personajes hechos con sprites.
El poco tiempo que hemos jugado ha demostrado tener una calidad gráfica y un diseño de escenarios maravillosos. Se siente como un remanso de paz que resulta un homenaje al juego original, modernizando algunos puntos visuales pero sintiéndose inconfundiblemente el mismo juego.
Gran parte de la potencia audiovisual de Dragon Quest III HD-2D Remake es gracias a su banda sonora. Las canciones del juego original ya eran maravillosas, y al igual que Square Enix ha rehecho por completo todo el apartado visual, también ha querido que el sonoro luzca como nunca. Para ello, la banda sonora ha sido reinterpretada por la Orquesta Sinfónica de Tokio, siendo un juego que merece mucho la pena escuchar con cascos.
De hecho, la mayor parte de nuestras impresiones las jugamos en modo portátil, y creemos que es el mejor lugar donde podríamos disfrutarlo. La portabilidad en un extenso JRPG de estas características nos parece vital, y en Nintendo Switch OLED, Dragon Quest III Remake luce como pocos juegos en la consola, mezclando a la perfección la estética retro con la moderna.
Rehecho, por dentro y por fuera
Quizá hubiera sido un poco duro tener que disfrutar de Dragon Quest III tal y como llegó a NES. La diferencia entre lo que es la saga hoy en día, comparado con su nacimiento, es abismal, y Square Enix ha querido también adaptar la jugabilidad a los tiempos modernos.
Esto quiere decir que, a grandes rasgos, se siente un juego de Dragon Quest tan moderno como lo pudo ser el IX para Nintendo DS o incluso el XI S para Nintendo Switch. Se han implementado habilidades a todos los personajes, una enorme cantidad de opciones de accesibilidad, velocidad variable de los combates y una localización redonda, con expresiones locales de algunas zonas de España en la versión en castellano. Una vez más, se nota que este remake de Dragon Quest derrocha amor por los cuatro costados.
Mientras que el nivel de dificultad del juego es ajustable entre tres niveles distintos, con las tácticas podremos hacer los combates prácticamente automáticos, pudiendo tomar el control en cualquier momento y haciendo más fácil y accesible la aventura para los jugadores que lo deseen.
Lo mejor de todo es que nos ha dejado con ganas de más sin la sensación de estar jugando algo pasado de moda, un signo de que se ha hecho un gran trabajo con este remake.
El camino del héroe
Todavía queda bastante para que Dragon Quest III Remake llegue a Nintendo Switch el 14 de noviembre, pero las sensaciones son inmejorables.
El juego es impecable a nivel artístico, con unos escenarios preciosos que transmiten serenidad como pocos títulos que hayamos jugado, en conjunto con una banda sonora rehecha que nos ha resultado increíble.
No esperábamos tantas mejoras a nivel jugable y de accesibilidad, que lo convierten en un Dragon Quest actual sin perder la esencia del título clásico.