Análisis de Dear me, I was… para Nintendo Switch 2
Hay momentos en los que sobran las palabras. Y este es uno de ellos.

Entre tantos juegos de acción que te sumergen en épicas batallas o aventuras interminables, Dear me, I was… apuesta por algo totalmente diferente: vivir una historia humana, profunda y cotidiana sin decir ni una sola palabra. Arc System Works, conocida por juegos como Guilty Gear, sorprende dando apoyo a este proyecto independiente, dirigido por Maho Taguchi y con el brillante toque artístico de Taisuke Kanasaki, responsable visual de clásicos como Hotel Dusk y Another Code.
Desde el primer instante, Dear me, I was… deja claro que no estamos ante un juego convencional. Aquí el verdadero protagonista es el sentimiento puro, transmitido a través de una vida cotidiana con la que cualquiera podría identificarse. Este juego, exclusivo para Nintendo Switch 2, destaca por su sensibilidad narrativa y por cómo convierte momentos sencillos en auténticas experiencias emocionales. ¡Te lo contamos todo en el análisis de Dear me, I was… para Nintendo Switch 2!
Cuando sobran las palabras
Dear me, I was… es un juego que inmediatamente tu atención con un impresionante estilo artístico, combinando la rotoscopia y la técnica de acuarela para dar vida a cada escena. Pero este es solo el primer paso de esta historia.
La trama sigue la vida de una mujer normal y corriente, desde su niñez hasta la vejez, retratando momentos cotidianos llenos de simbolismo emocional. No ha hecho falta una historia llena de dramas ni elementos fantásticos; logra por sí sola que cualquier jugador pueda sentirse identificado, abordando temas universales como el paso del tiempo, el amor, la pérdida y la vocación artística. La ausencia de diálogos no impide que la narrativa sea profundamente emotiva, alcanzando su punto culminante con un desenlace poético y devastador que por el que merece la pena llegar hasta el final, y más allá.
Los personajes que rodean a la protagonista, aunque secundarios y sin desarrollo extenso, se sienten muy reales y contribuyen significativamente a ponerte en el contexto emocional. Además, su ambiguedad refuerza la identificación del jugador con las vivencias representadas. ¡Todo está pensado!
La grandeza de Dear me, I was… radica en transformar lo cotidiano en una experiencia artística totalmente humana. Y lo hace de una forma maravillosa.
Acuarelas en movimiento
Si hay algo en lo que Dear me, I was… brilla con luz propia, es en su apartado visual. El juego utiliza una llamativa técnica de animación por rotoscopia, donde actores reales son convertidos en preciosas acuarelas en movimiento, creando escenas que parecen pinturas en movimiento. La dirección artística de Kanasaki consigue algo espectacular: transformar situaciones cotidianas en imágenes poéticas, con una paleta de colores que cambia con sutileza según las emociones que vive nuestra protagonista.
En Nintendo Switch 2, el apartado gráfico luce espectacular tanto en modo portátil como en sobremesa. En portátil, la enorme pantalla de la consola te mete de lleno en la historia, siendo quizá el lugar donde mejor se siente la experiencia de juego. Por su parte, en modo sobremesa, la belleza del arte cobra aún más protagonismo en pantallas más grandes, permitiendo apreciar en profundidad los matices visuales y el movimiento fluido logrado gracias a la rotoscopia. En ambos casos, la calidad gráfica se mantiene impecable, haciendo de cada escena un cuadro en movimiento.
Esta calidad visual viene acompañada de una ambientación sonora igualmente cuidada. Sin voces ni diálogos, es la música quien narra las emociones de cada escena. Melodías al piano, suaves y melancólicas encajan como un guante en el juego, acompañando perfectamente el ritmo narrativo y realzan la carga emocional en cada instante. Junto a unos discretos pero acertados efectos de sonido ambiental, Dear me, I was… logra envolvernos en una atmósfera íntima y conmovedora, donde lo gráfico y lo sonoro se unen en una experiencia audiovisual que toca el corazón.
El Point & Click en Switch 2
Dear me, I was… es un juego que se caracteriza por su sencillez, apostando por una experiencia interactiva más emocional que mecánica. Utilizando el esquema clasicote del point & click, el jugador puede jugar mediante controles tradicionales, la pantalla táctil en modo portátil o incluso el puntero del modo ratón de los Joy-Con 2. Una flexibilidad que se agradece, especialmente, en el modo televisor.
Las acciones a realizar son muy limitadas, con interacciones puntuales con objetos o personajes que sirven para avanzar en la historia y darle un mayor significado a cada momento. No existen desafíos ni rompecabezas, lo cual garantiza que cualquier jugador pueda completar el juego sin frustraciones y lograr el objetivo: disfrutar de una historia en la que, de alguna forma, te sientes involucrado.
Es un juego sumamente accesible, diseñado para que jugadores de todas las edades y niveles puedan disfrutarlo sin problemas. Busca más bien ofrecer un ritmo pausado y reflexivo, para que el jugador lo disfrute y se recree en los momentos. Esto también es un handicap para los jugadores que busquen aventuras gráficas un poco más moviditas.
A pesar de su brevedad (puedes terminarlo en menos de una hora), la experiencia jugable nos ha sido muy satisfactoria desde el punto de vista emocional y narrativo. Cada interacción, aunque mínima, logra implicar emocionalmente al jugador en la vida de la protagonista, creando momentos íntimos y memorables. Este diseño, aunque poco convencional en términos jugables, logra el punto más fuerte de Dear me, I was…: transformar la jugabilidad en el enlace para conectar con el jugador a nivel personal, logrando que cada acción, aunque sea sencilla, te toque el corazoncito.
Tocando el corazón
Dear me, I was… es una experiencia única que destaca precisamente por aquello que evita: palabras, complicaciones y retos innecesarios. Este título exclusivo para Nintendo Switch 2 consigue brillar gracias a una narrativa emocional sencilla pero poderosa, y a un apartado audiovisual sublime que convierte momentos cotidianos en auténticas obras de arte interactivas. Es un juego muy breve, sí, pero también inolvidable, que logra conectar profundamente con el jugador a través de las emociones.
Una propuesta valiente que no busca entretener de la forma tradicional, sino tocar el corazón. Su enfoque minimalista, tanto jugable como narrativo, quizás no sea para todos, especialmente para aquellos que busquen acción y desafío. Pero para quienes estén dispuestos a vivir una experiencia pausada y reflexiva, llena de sensibilidad y belleza visual, este juego es simplemente imprescindible.
Resumen del análisis de Dear Me, I Was… para Nintendo Switch 2
Dear me, I was…
- Puro arte en movimiento.
- Con pequeños detalles logra llegarte al corazón.
- Muy cómodo de jugar, tanto en portátil como en televisor y el modo ratón de Switch 2.
- Excesivamente breve: puedes terminarlo en menos de una hora.