Análisis – Sakuna: of Rice and Ruin (Nintendo Switch)
Un equipo formado por tan solo dos personas y una idea tan extraña como prometedora. Sakuna: of Rice and Ruin apareció por sorpresa en uno de esos Nintendo Direct que ahora tanto echamos de menos. Firmado por un estudio nipón que pocos conocen, Edelweiss, este videojuego que aterriza el 20 de noviembre en Switch ha…
Un equipo formado por tan solo dos personas y una idea tan extraña como prometedora. Sakuna: of Rice and Ruin apareció por sorpresa en uno de esos Nintendo Direct que ahora tanto echamos de menos. Firmado por un estudio nipón que pocos conocen, Edelweiss, este videojuego que aterriza el 20 de noviembre en Switch ha sido toda una sorpresa que os vamos a detallar a fondo en este análisis de Sakuna: of Rice and Ruin.
Este pequeño equipo ha pasado de un sencillo juego de naves a una historia de dioses japoneses que combina la acción en scroll lateral con la simulación más pura y dura. Uno de los más esperados en Japón. ¿Cómo funciona una combinación tan peculiar en la híbrida de Nintendo? Os lo contamos a continuación.
Presentación
¿Qué ocurre cuando los mortales se cuelan en el reino de los Dioses? Esa pregunta la hemos visto toneladas de veces en videojuegos, cine y series; pero en Sakuna: of Rice and Ruin es lo que lleva a un grupo de inadaptados sociales a romper la tranquilidad del reino divino por culpa de una muchacha caprichosa, comodona y bastante detestable.
Sakuna, hija del dios de la guerra Takeribi y de la diosa de las cosechas Toyohana, se ha dormido en los laureles y se dedica a vivir la buena vida aprovechando las ofrendas que hacen a su madre. Sin embargo, en un día de excesos y de demasiada bebida, deja que un grupo de humanos marginados se cuelen en el panteón divino y causen un desastre.
Como respuesta a su irresponsabilidad, es castigada a sobrevivir con estos humanos en la isla de los demonios, Hinoe. Una lección para desarrollar un sentido de la responsabilidad del que carece, y que le servirá para descubrir su verdadero potencial. ¡Para algo tiene los padres que tiene! Aunque estén desaparecidos…
El argumento es bastante sencillo y se centra tanto en esta diosa como en los humanos con los que va a compartir día a día durante muchos años. Tauemon, Kinta, Myrthe, Yui y Kaimaru son un grupo de personas rechazadas, que apenas se conocen. Pero el paso del tiempo y todo lo que viven juntos en esta aventura poco a poco les va uniendo.
Y sí, eso también afecta a la caprichosa y vaga Sakuna. Su castigo se convierte en un viaje de crecimiento personal. Cazar para sobrevivir, deslomarse cultivando un arroz que le da poder y convivir con mortales son cosas que se vaya humanizando y que todos acaben conformando una pequeña familia de inadaptados. A la larga, acabas cogiéndoles cariño, hasta te interesa sumergirte en esas charlas que mantienen en cada cena.
No esperábamos gran cosa con su historia, si os somos sinceros. Pero su desarrollo está repleto de anécdotas y de momentos especiales, de pequeños detalles que van estrechando los lazos con cada personaje del reparto. Ha sido toda una sorpresa, aunque no es lo único que nos ha sorprendido con este juego.
Apartado Técnico
Teniendo en cuenta que hablamos de un videojuego indie desarrollado por tan solo dos personas, tampoco podíamos esperar que Sakuna: of Rice and Ruin fuera un portento gráfico y técnico. Pero Edelweiss ha hecho muy bien sus deberes en lo técnico, porque la aventura de Sakuna luce bastante bien en Nintendo Switch.
La dirección artística apuesta por reflejar la estética del folclore oriental. Con una paleta de colores de lo más agradable, tanto el mundo como los personajes destilan un aire bastante especial y característico. Lo cierto es que se vuelven muy reconocibles y están repletos de personalidad.
Es evidente que el estudio ha apostado al máximo por una estética de estilo anime para que las carencias gráficas no sean tan obvias, y lo cierto es que da buenos resultados. Si nos paramos en los pequeños detalles, los escenarios no son para nada espectaculares y las sombras dejan mucho que desear en los planos más cercanos. Pero, visto todo en conjunto, sí que se graba en la retina. Los efectos de luz y los reflejos logran incluso que sientas cierta paz cuando terminas una dura jornada de recogida de arroz.
Su atmósfera está muy bien conseguida, aunque no podemos decir lo mismo de los enemigos, que se repiten bastante más de lo que esperábamos. No nos malinterpretéis, hay un buen repertorio y tienen diseños muy divertidos, pero hemos echado en falta ver a más monstruos diferentes en nuestras expediciones con Sakuna.
Adentrándonos más en lo técnico, tenemos que decir que el título funciona a dos tasas de fotogramas por segundo diferentes. En la parte de simulación, en la casa donde Sakuna y sus nuevos amigos conviven y cultivan el arroz, y también en las cinemáticas, el juego funciona a 30 fotogramas por segundo. En las partes de acción lateral, cuando Sakuna sale a explorar, la tasa sube a los 60 frames por segundo.
Entendemos la elección, aunque hubiéramos preferido que todo el juego funcionara a 60 fps. Puestos a pedir… Entendemos que, con un equipo tan pequeño y con el hardware de Switch no hayan podido igualar la cifra en todos los casos. Al menos, todo va a la perfección cuando debe hacerlo. Aunque hemos notado alguna que otra caída de fotogramas en momentos con muchos enemigos por pantalla. Nada alarmante, no os preocupéis.
Jugabilidad
¿Recordáis lo que decíamos antes de que nos había sorprendido con algo más aparte de su historia? Pues es con su jugabilidad. Edelweiss ha introducido en Sakuna: of Rice and Ruin todas las mecánicas propias de un juego de rol de acción y las ha combinado con un Farming Simulator que refleja de forma rigurosísima cómo funciona el cultivo de arroz.
La partida se divide en años y estaciones, de forma que cada estación está compuesta por tan solo 3 días. Esto es importante, porque el ciclo día-noche rige lo que puedes y lo que no puedes hacer. Puedes pasarte todo el día cultivando si quieres; pero, cuando cae la noche, será mejor que no salgas a explorar. Ni verás nada, ni serás capaz de vencer a los enemigos.
Sí, es casi como si la Luna Carmesí se activara cada noche…
A través de esa dinámica de tiempo, Sakuna: of Rice and Ruin te obliga a controlar la hora para gestionar bien tu día a día. Hay jornadas que se deben dedicar a la exploración para descubrir nuevos territorios de la isla y superar las diferentes fases de juego.
Otras, en cambio, tendrás que dedicarlas a cuidar tu arrozal para que crezca como es debido. Sobre todo a medida que avance la historia, ya que tus acciones en el pequeño arrozal de tu refugio afectarán a otros campos más grandes que habrá en la zona. Porque sí, también acabas conociendo a más personajes que te ayudarán a expandir tu capacidad de plantación.
Y no son unas labores sencillas. Edelweiss se ha tomado su tiempo para documentarse a fondo, investigando y contando con el apoyo de varias instituciones japonesas para conocer cada pequeño detalle de cómo se cultiva y se cuida una plantación de arroz real para trasladarlo a las mecánicas del juego.
¿En qué se traduce esto? En lo siguiente: preparar la tierra con una azada, abonarla con un fertilizante que coges de la letrina, sembrar los tallos de arroz cuidando las distancias, controlar los niveles de agua, eliminar las malas hierbas que aparezcan, recoger el arroz cuando haya madurado, ponerlo a secar, extraerle el grano y molerlo. Casi nada, ¿eh?
Todo eso son tareas que se van intercalando a medida que pasan los días y que debes hacer de forma completamente manual si quieres buenos resultados, cuidando además cada pequeño detalle. El exceso de agua puede afectar al grano, la falta de sequedad al sacarlo le puede restar calidad, y un largo etcétera de variables.
Sakuna: of Rice and Ruin es abrumador en su faceta de Farming Simulator, pero también de lo más relajante. Si te lo tomas con calma y juegas un poco cada día, puede ser una experiencia tranquila y calmada, y de paso enseñarte cómo se cultiva el buen arroz. Aunque, ojo, también puedes pedirle a otros que se encarguen de hacer estas tareas por ti. Para algo eres una diosa.
De la misma forma que la plantación de arroz afecta al progreso de Sakuna y del propio juego, también lo hace el trato con tus compañeros. Algunos montarán pequeños negocios que te servirán para tener mejor equipamiento de cara a la exploración. Otros llegarán para ayudarte en diferentes tareas, para almacenar y conservar la comida que consigas, para gestionar los menús, para pedirte ayuda o, simplemente, para que les acaricies y te los lleves de paseo, como pasa con el adorable Shiba Inu.
Y es que, además de ser un juego que te enseña obra y milagros del arroz, no podemos olvidar que es un RPG de acción lateral. Aquí es donde flaquea un poco más, a pesar de que también es absurdamente grande.
Sakuna mejora no solo a medida que mejoran las plantaciones de arroz, también lo hace explorando rincones de la isla y combatiendo. Tu otra misión aquí es descubrir qué pasa en la isla de los demonios, de dónde sale tanta criatura hostil, y para ello tienes que pelear muchísimo.
Esto es algo que se plantea mediante un mapa que sobrevuelas a vista de pájaro y en el que seleccionas los diferentes niveles en los que adentrarte, que además se van desbloqueando a base de aumentar el porcentaje de exploración. ¿Y cómo se aumenta este? Descubriendo secretos y superando los desafíos que propone cada escenario.
El esquema de estos niveles es sencillo. Enfocados en la acción y el plataformeo, proponen lo que podrías esperar en una especie de beat ’em up repleto de plataformas, con una interacción bastante interesante con diferentes elementos del entorno.
Sakuna, además de saber plantar, sabe pelear. Lo demuestra con un sistema de combos repartido entre un botón de golpe ligero y otro de golpe fuerte, además de una habilidad especial. Su “bufanda” hace las veces de garfio, permitiéndole agarrar a enemigos y también engancharse a diferentes superficies para desplazarse más rápido.
Un sistema muy interesante, que consigue que las peleas tengan una agilidad bastante inesperada viendo cómo es la otra cara del gameplay. Sakuna va aprendiendo más habilidades con el paso del tiempo, lo que le permite ser todavía más letal en combate y hacer que el sistema de combos se vuelva cada vez más y más atractivo.
Lo cierto es que las luchas logran mantener un buen ritmo y se hacen muy divertidas cuando entiendes su dinámica. Sakuna puede golpear, lanzar al aire, enganchar a enemigos, paralizarlos, lanzarlos los unos a los otros, romper partes del escenario con ellos y hasta hacer “parrys”. Da mucho de sí, pero qué curioso, al final se echa en falta un giro de tuerca más, porque combatir se hace un poco repetitivo.
Algo más de profundidad le sentaría genial al despliegue de esta diosa, y lograría que, a la larga, combatir fuera algo más divertido y menos tedioso, o más bien menos repetitivo.
Es uno de los problemas de Sakuna: of Rice and Ruin, al que también tenemos que sumar una curva de dificultad totalmente desajustada. Algunos niveles pueden llegar a ser absolutamente desesperantes por un diseño retorcido en exceso y por el hecho de que, al caer la noche, tienes que volver a casa si no quieres que te den la paliza de tu vida.
No exageramos si os confesamos que el primer jefe al que nos enfrentamos nos lo hizo pasar francamente mal. Un muro de dificultad que no esperábamos para nada, y que a la larga se ha ido trasladando a otros combates mucho más exigentes de lo que esperábamos. No hay una progresión adecuada.
Y es una pena, porque es algo que empaña una experiencia con una buena base y con muy buenas ideas. La aventura de Sakuna da para 20 horas de juego sin despeinarse, y su curioso contraste entre el relax del arrozal y la tensión de los combates genera una fórmula bastante adictiva. Aunque rota por el desequilibrio.
Conclusión
Que un equipo tan pequeño haya logrado hacer algo tan ambicioso a nivel de mecánicas es algo que merece todos los elogios posibles. Sakuna: of Rice and Ruin no es perfecto, ni mucho menos, y tiene importantes problemas con su curva de dificultad y los tiempos. Sin embargo, ha sido una sorpresa de lo más agradable.
Un juego que, sin darte cuenta, te enseña cómo se cultiva el arroz en los grandes campos, te hace conectar con sus personajes y te sumerge de lleno en un sistema de combate que, si bien se hace algo repetitivo a la larga, es de lo más adictivo. Una pena que no llegue traducido al castellano.
Mejor y más profundo de lo que esperábamos tanto por mecánicas como por historia y personajes. Sin duda, Sakuna es toda una caja de sorpresas. Eso sí, absteneos los más impacientes.